La mayoría de los núcleos urbanos importantes del mundo antes del s. XVIII eran centros industriales. Debido a que era imposible establecer una comunicación rápida, se tenían que unificar en la capital las riendas del gobierno, mientras que en un lugar cercano se establecía una gran parte del ejército; además, muchos de los negocios del imperio se realizaban también cerca de estos núcleos. Sin embargo, hasta después de la revolución industrial y el crecimiento del sistema de fábricas no se empezaron a sentir las presiones provocadas por la aglomeración. Se necesitaban miles de empleados en las grandes construcciones fabriles recién desarrolladas y, además, muchos abastecedores independientes decidieron instalarse en las ciudades, lo cual provocó la extensión de las mismas. Frecuentemente crecían partiendo de lo que originariamente era el centro del imperio, aunque existieron otras que se originaron ya como núcleos industriales, muchos de ellos sucios y de aspecto desagradable.
Muy pronto, debido a la rapidez del transporte por medio de los modernos vehículos con motor y a la elevación de los costos para las empresas urbanas, este tipo de urbes dejaron de ser necesarias como centros industriales. Hoy en día, raramente se construye una nueva fábrica dentro de los límites de una ciudad. De hecho, es muy frecuente que una corporación pida al gobierno del núcleo urbano más cercano que no las construyan dentro de los límites de la urbe, y tampoco puede afrontar el alto costo del terreno urbano. Ésta es la razón por la que no es factible en la actualidad, y sobre una base puramente económica, la propuesta de reemplazar los barrios bajos con fábricas modernas. Los mecanismos del crecimiento urbano pueden ser estudiados a partir de la teoría del lugar central, que relaciona el tamaño y el espaciamiento de los centros comerciales regionales. En el nivel de clasificación más bajo de su arreglo jerárquico se hallan aquellas poblaciones que proporcionan bienes de uso diario a las regiones apartadas de los grandes núcleos urbanos que se distribuyen a su alrededor. El radio de estas urbes depende del medio de transporte prevalente. Así, las poblaciones van muriendo conforme las áreas circundantes de un centro de este tipo se expanden y se solapan con las localidades formalmente exclusivas de los pueblos cercanos.
Residencia Zorn / autor: Krueck & Sexton / Chicago, Estados Unidos
La casa ha sido proyectada como un sencillo volumen de ladrillo y vidrio, cuyo interior se articula en torno a un espacio de doble altura, que es la zona común.
La fachada que da al sur es la mayor transparencia; interesaba recibir el máximo de luz. Una ventana vertical abierta al oeste, alargada, estrecha, que se adelanta ligeramente respecto del plano de fachada, permite las vistas a la calle a la vez que se prolonga por la cubierta, a fin de proporcionar luz cenital, iluminando de forma difusa la parte central del segundo piso.
Como en todos los proyectos de Krueck & Sexton, cada parte o situación es resuelta de manera que reafirme la concepción global.
A partir de una primera aproximación intuitiva y tras las numerosas transformaciones, los proyectos deben alcanzar, en un momento dado, según ellos, una armonía que reintegra los elementos que previamente han sido fracturados. El proceso de diseño deja entonces de ser subjetivo y, en el momento en que cada parte toma su sitio dentro de la totalidad del proyecto, éste alcanza su objetividad.
Casa Rosenthal / autor: J. Frank Fitzgibbons / Santa Mónica, Estados Unidos
El color es el alma de esta casa de geometría compleja. Define lugares, marca las intersecciones de un volumen con otro, ligeramente desplazado o girado. El movimiento se ve acentuado por las variaciones de textura, de tono y por la forma en que las superficies reflejan la luz.
Se decidió construir una casa de dos plantas, en forma de L, como respuesta más adecuada para satisfacer las necesidades del programa. Hacia el límite oeste del solar, uno de los brazos de la L protege el jardín de la calles, al mismo tiempo que deja zonas en sombra. El otro brazo que contiene las zonas públicas de la vivienda ha sido desplazado y girado respecto del primero. Se ha establecido, pues, un juego de volúmenes rotados que expresan las diferentes situaciones, tanto interiores como del jardín y de la calle.
La entrada se produce dejando a un lado el aparcamiento, única pieza que finalmente se ha respetado de la anterior edificación.
En la parte trasera del solar, se encuentran la cocina abierta, el comedor, unos servicios y una sala de estar abiertos a la parte del jardín más recogida. En la primera planta se encuentran las habitaciones, junto con una sala semiprivada que mira sobre el doble espacio.
Se decidió construir una casa de dos plantas, en forma de L, como respuesta más adecuada para satisfacer las necesidades del programa. Hacia el límite oeste del solar, uno de los brazos de la L protege el jardín de la calles, al mismo tiempo que deja zonas en sombra. El otro brazo que contiene las zonas públicas de la vivienda ha sido desplazado y girado respecto del primero. Se ha establecido, pues, un juego de volúmenes rotados que expresan las diferentes situaciones, tanto interiores como del jardín y de la calle.
La entrada se produce dejando a un lado el aparcamiento, única pieza que finalmente se ha respetado de la anterior edificación.
En la parte trasera del solar, se encuentran la cocina abierta, el comedor, unos servicios y una sala de estar abiertos a la parte del jardín más recogida. En la primera planta se encuentran las habitaciones, junto con una sala semiprivada que mira sobre el doble espacio.
La casa posee una serie de terrazas que permite un recorrido exterior por los diferentes niveles, así como una compresión de los volúmenes desde una multiplicidad.
Casa Gaspar / autor: Alberto Campo Baeza / Cádiz, España
Una austera caja cuadrada cerrada por planos blancos, luz continua sólo horizontal, baja, y cuatro limoneros simétricamente colocados, dos en el patio de delante y otros dos en el patio trasero, que producen efectos espectaculares al vez que aseguran la simetría de la composición: éstos son los simples pero grandes logros de la actuación del gaditano Campo Baeza.
La edificación, llamada por su autor hortus conclusus, se encuadra en el tipo de casa aislada en el campo andaluz. Con voluntad de privacidad absoluta, esta casa se sitúa en terreno plano en medio de un campo de naranjos: un cuadrado de 18 x 18 m definido por cuatro tapias de 3,5 m de altura y dividido en tres partes iguales donde solamente la parte central está cubierta. Transversalmente, la división se hace en tres partes proporcionales: la superficie de la parte central ocupa el doble que las dos laterales, y la zona de servicios se ubica en éstas. La cubierta del espacio central se eleva a 4,5 m de altura.
La entrada a la casa se realiza a través del patio delantero de la misma; al fondo, en el patio trasero se ubica la alberca; y la sala de estar se sitúa en continuidad con los patios. La casa, que ocupa en planta 108 m cuadrados, incluye dos dormitorios abiertos a los espacios exteriores.
Francisco Silván
Arquitecto de Interior
www.arquitecturadeinterior.com
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