lunes, 5 de octubre de 2015

Teoría del COLOR

Teoría del COLOR


Indudablemente, nosotros percibimos los colores gracias a la luz ya nuestros órganos visuales.
     El color es, pues, una sensación. Pero esto no es suficiente como definición ya que la naturaleza de la luz puede ser variable e incluso nuestros órganos receptores de luz pueden estar desequilibrados. Además, hay otro factor, que es la naturaleza del objeto. Todo objeto, todo cuerpo, tiene entre sus componentes materiales la capacidad de recoger y rechazar determinadas ondas luminosas. Como cada color de los que se compone la luz blanca corresponde a una onda, esa capacidad de recoger y rechazar unas y otras ondas hace que nosotros sólo veamos las ondas que el cuerpo rechaza. Así, con luz blanca (que se descompone en los colores del espectro), un limón absorbe todas las ondas, excepto la amarilla, que es la que nosotros vemos.
     A esa capacidad de rechazar unas determinadas ondas la podremos llamar naturaleza pigmentaria del objeto.      Por otra parte, hay que considerar que el mismo limón se verá de distinto color según la naturaleza de la luz que sobre él incida.      Resumiendo, podemos decir que la sensación del color depende de tres factores: la naturaleza de la luz, la naturaleza pigmentaria y las condiciones de nuestro órgano receptor visual.




Cualidades del color
 
  Nosotros percibimos multitud de colores y a muchos de ellos acostumbramos a ponerles nombres relacionados con flores u otros aspectos de la naturaleza.
     Pero para un análisis más sistemático del color y para emplear un vocabulario más correcto, conviene saber que en cada color se dan tres dimensiones que inciden con mayor o menor fuerza hasta obtener la sensación que nosotros percibimos. Estas dimensiones son las llamadas cualidades básicas del color y son, según la clasificación de Munsell, el tono , el valor y la saturación:
   - tono: Es el nombre específico que se le da a cada color: puede denominarse matiz.
   - valor: Es el grado de brillantez o claridad de un color; con pinturas lo obtendríamos añadiendo blanco (valores altos) o negros (valores bajos).
   - Saturación: Es el grado de pureza de color. En la medida en que se aproxime a los colores básicos, el color está más saturado y por eso es más puro. Un tono puede perder SATURACIÓN, añadiendo blanco, negro o cualquier otro color.
 


Circulo cromático 
Colores opuestos 
 
  Los tonos puros básicos son tres: MAGENTA, AMARILLO y CÍAN. A estos colores también se los denomina primarios por no poder obtenerse con mezcla alguna. La unión de los primarios tomados de dos en dos produce los secundarios: naranja, verde y violeta.
     Los seis colores son considerados fundamentales y son la base de partida de toda la cromaticidad existente en el Universo, ya que con sus distintos valores y grados de saturación alcanzan la infinita gama de colores que nuestros ojos pueden percibir.
     En un grado de absoluta saturación es decir, de pureza, podríamos obtener muy distintos tonos, igualmente puros.
     Entre los diferentes colores pueden existir una afinidad cuando están próximos en el círculo, y una oposición cuando están completamente enfrente. Observa que la oposición se da no sólo por circunstancias geométricas del círculo, sino porque dos colores opuestos son aquellos en los que los componentes de uno no tienen nada que ver con los del otro; así, por ejemplo, el violeta y el amarillo son opuestos, porque el violeta es cían + magenta, es decir, que en esta mezcla no hay nada de amarillo.
     Las oposiciones entre los colores fundamentales puedes encontrar al lado del círculo cromático.
     En la práctica, para saber exactamente cuál es el opuesto a un color cualquiera, toma una regla y traza desde él un diámetro en el círculo cromático; en el otro extremo estará el color opuesto.
 

 
 
Contrastes
 
  En el contrate encontramos las sensaciones opuestas a las de las armonías. Aquí todo será sobresalto, choque, a veces violento, pero siempre dentro de una organización cromática. En el contrate, podemos alcanzar con facilidad tensiones casi dramáticas, y una potencia expresiva muy considerable.
     Quizás la expresión más clara de un contraste sea el encuentro de dos colores opuestos, pero esto está ya en el límite del contraste y el primer efecto conseguido termina por desvanecerse ya que nuestro cerebro reacciona enviando mensajes opuestos, de modo que si colocamos juntos un verde y un rojo, tras una primera impresión de choque violento, al cabo de un cierto tiempo ya no nos lo parecerá tanto y es porque sobre la superficie roja nuestro cerebro ha enviado sensaciones opuestas, es decir, verdes, y éstas anulan en cierto modo el vigor del rojo; lo mismo ocurre en la superficie verde sobre la cual se envían inconscientemente emisiones rojas que anulan el poder del verde.
     El contrate más puro sería el del blanco y el negro; por ello podremos asegurar que se produce un contraste seguro entre dos colores cualesquiera si elevamos mucho el valor de uno de ellos y rebajamos el del otro.
     No hay que confundir el contraste con la desarmonía; esta última es la estridencia sin sentido ni organización, mientras que en el contrate se dan diferencias de tonos y valores, pero dentro de una cierta armonía. En realidad, podría decirse que las leyes que rigen el contraste son las mismas que las de las armonías, pero en el contraste las diferencias son muchos más acusadas.
 
 
 
El código de los colores
 
La sensibilidad hacia un color no es sólo un hecho biológico sino también social, cultural y antropológico, por lo que no existe un verdadero código de los colores válidos para cada situación. A grandes rasgos, sin embargo, podemos clasificar los colores dependiendo del tipo de onda electromagnética emitida y de los significados que toman en nuestra cultura. 
A propósito de la primera clasificación, esta divide los colores en colores cálidos y colores fríos: a los primeros pertenecen los colores cuyas ondas tienen la capacidad de penetrar con más profundidad en los tejidos del cuerpo humano, a los segundos, aquellos que se absorben más superficialmente. 
A los colores cálidos se les atribuyen la capacidad de estimular, energizar, favorecer la actividad física y cerebral. Por el contrario, los colores fríos ralentizan los ritmos vitales (ritmo cardíaco), relajan y favorecen el sueño. 
Pero esto no es suficiente para llevar a cabo una elección cromática por lo que es necesario tener en cuenta el significado que  cada color toma en sociedad, por poner algunos ejemplos: 
el rojo es el color de la sangre, de la ira, de las alarmas y del peligro (la señal del peligro y de la emergencia es roja) sobrexcitante y en los ambientes debe usarse con mucha prudencia. 
El blanco, es el color de la pureza, de la candidez pero hace además referencia a los hospitales y a los lugares de enfermedad en donde se usa de forma errónea e indiscriminada. 
El verde es el color de la naturaleza pero su uso es de hecho, bastante complejo. dependiendo de las tonalidades puede transformarse en cálido o viceversa, frío o ácido. 
El amarillo es el color del sol en un día radiante, es vital, luminoso y estimulante. 
El gris es el color de la guerra, de la ciudad, del cemento, de la tristeza, del cielo en un día de mal tiempo. 
El azul es el color de la paz.
Recordemos lo que dice al final de su carrera Le Corbusier, tras haber utilizado enormemente el blanco sólo debe usarse si alrededor hay un estruendo de colores.
 
Francisco Silván
Arquitecto de Interior
www.arquitecturadeinterior.com
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